NOTA 1: SOBRE LA MOVILIZACION DE AHORROS
Recién graduado de psicólogo en
1968, me inicié en una Asociación de Ahorro y Préstamo en Venezuela vendiendo
libretas de ahorro de puerta en puerta. El carácter accionario de estas
instituciones en Latinoamérica era mutual y su especialización era el
financiamiento de viviendas con créditos hipotecarios a 20 años. Lo curioso fue
que nos financiábamos al principio solo con ahorro a la vista, al cual se
agregaron posteriormente los certificados a plazo que no excedían los 180 días,
nunca tuvimos ningún problema de calces de plazos. Se podría decir que era el
“milagrito diario”. Tampoco caímos en una crujía de crédito como la que vivimos
el 2008 y que disparó una recesión mundial.
Muchos de ustedes pueden
argumentarme que el Mundo estaba mejor en aquella época y que por eso no
teníamos los problemas de hoy en día. Pero no se engañen: Brasil y Argentina
mostraban en los 60 una inflación creciente de 1.500%, lo que obligo a Brasil, desde
1964 a
introducir la corrección monetaria, primero con ajustes mensuales y cuando la
inflación llego al 2.000% anual en los 80, con ajustes diarios. Aún con toda
esta terrible situación las carteras de ahorro de las Asociaciones de Ahorro y
Préstamo llegaron a representar en 1989 el 23,4% del Producto Interno Neto, lo
que permitió a los brasileños continuar financiando la compra de sus hogares.
En los 90 surgió la cultura de la
titularización de las carteras hipotecarias (Securitización) y en congresos y
seminarios solo se hablaba de este tema. La titularización nació motivada por
el riesgo aparente por la diferencia de calces de plazo entre los fondos
captados a corto plazo y prestados para créditos hipotecarios a 20 años,
alegando que las fuentes de fondos deberían tener el mismo plazo que su
aplicación, válido quizás en teoría pero que ignoró la realidad práctica de la
gran estabilidad que da la atomización de las carteras y el mayor riesgo de los
vencimientos masivos simultáneos. Por otro lado, la creación de las
Administradoras de Pensiones que demandan títulos de largo plazo con garantía
hipotecaria, para invertir los aportes de los pensionados, estimuló también la Titularización ya
que era buena para todos.
Ahorros como porcentaje del
Producto Interno Neto de Brasil
Esta figura
fue extendiéndose luego a todo tipo de préstamo y a la banca en general. Primero
se titularizaron las hipotecas y estaba bien, pero después se cayo en la
tentación de agregarle otros tipos de préstamos más riesgosos (Consumo,
automotriz, comerciales, etc.) para mejorar la puntuación de estos Títulos dada
por las Calificadoras, ya que la presencia de préstamos hipotecarios mejoraba
notablemente el paquete. De esta manera las instituciones financieras se
acostumbraron por más de 20 años a proveerse de fondos de forma masiva y fácil,
vendiendo en la Bolsa Títulos
con garantía de las carteras de crédito, que eran adquiridos por grandes
inversionistas y dejaron, en un segundo plano la captación de ahorros y
certificados a plazo. En mi mente unicelular, nunca comprendí bien como las
carteras de crédito que ya estaban garantizando los depósitos del público,
además podían garantizar los Títulos de Inversión emitidos, había algo que no
me sonaba bien.
Ante la demanda constante y
creciente de esta inversión de largo plazo, se acumuló una gran masa de fondos en
las instituciones financieras causando un riesgo de liquidez para cubrir el
alto costo de los mismos, lo que obligó a masificar también el crédito para
invertir rápidamente este dinero. Esta nueva estrategia reemplazo la
selectividad prudencial, el “olfato”, la aprobación descentralizada y el conocimiento
del cliente al cual se iba a prestar el dinero, aplicada tradicionalmente por
los oficiales de crédito, sustituyéndolo por los criterios estadísticos de
análisis y calificación de riesgo, que es lo que prevalece hoy en día. Se
automatizo la aprobación con el “Credit Scoring” y las Centrales de Riesgos o
Burós de Crédito que calificaron a los deudores, se ajustaron las tasas de interés
de acuerdo al riesgo estadístico, subiéndolas cuando el riesgo era alto. En
fin, se automatizo prácticamente todo el proceso creándose Departamentos de Riesgos
para realizar los análisis y en muchos casos actuar como decisores finales
basados en la calificación en las Centrales de Riesgos y las estadísticas de
probabilidad, pero sin llegar a conocer a los solicitantes de préstamos. Ante
una gran masa de créditos y los filtros impuestos por los Departamentos de
Riesgos se produjeron cuellos de botella que aumentaron el riesgo debido a la
presión de tiempo exigida para descargar la liquidez excesiva.
Todo fue bien hasta que explotó la
crujía del crédito producto de la acumulación de activos tóxicos en las
instituciones financieras que otorgaban créditos a gente desconocida, que no
podía pagarlos, al mezclar créditos hipotecarios con los de otro tipo y al
invitar a pedir prestado a todos aquellos clientes bancarios que “calificaban”
de acuerdo a los filtros teóricos de riesgo calculados; alcanzando un punto en
el cual la toxicidad era inaguantable e imposible de ignorar, y cuando los
grandes inversores descubrieron que estaban adquiriendo basura, decidieron no
seguir comprando. Las instituciones financieras se quedaron sin liquidez y a
esto se sumo el vencimiento simultáneo de Títulos a 20 años y que nadie
compraba las nuevas emisiones, de manera que no pudieron compensar el pago de
los vencidos; cayendo en picada, produciéndose las quiebras de los bancos, las originadoras
de hipotecas, los fondos hipotecarios (Tipo Fannie Mae) y todo lo demás que ya
conocemos.
Hoy, todas las instituciones
financieras están tratando desesperadamente de volver a captar y movilizar
ahorros y depósitos, ante un público indiferente, lo que lleva a cerrar el
círculo y regresar a las raíces, pero con el agravante que las instituciones
han perdido su habilidad para atraer ahorros o certificados a plazo de personas,
que; en su muy costosos de administrar, le dejaron este mercado a instituciones
financieras más pequeñas e innovadoras, muchas de las cuales han sabido
aprovecharlo.
Creo que es vital retomar la
promoción y movilización de ahorros y certificados a plazo, ya que esto da
acceso a un mercado masivo financiero al detal que por su naturaleza masiva y atomizada
produce carteras estables y de bajo costo, como, era el caso de los 80, pero
que exige un gran esfuerzo de marketing, educación financiera, constancia, confianza
y una creatividad olvidada por las instituciones financieras tradicionales. Con
los medios tecnológicos de hoy en día en las comunicaciones y en la
informática, el costo de gestionar gran mayoría se han olvidado como ahorrar y
que además desconfían de las propias instituciones bancarias.
Al inicio, las Instituciones de
Microfinanzas se fondeaban de la cooperación internacional y de inversionistas
que vieron en el Microcrédito una rentabilidad muy atractiva. Pero a partir de
los 90 se dieron cuenta que la mejor fuente de fondos estaba en el mercado de los
ahorros y certificados a plazo, pero que tenían que regularse con la Autoridad Bancaria
para recibir fondos del público. Muchas lo hicieron en base a nuevas
legislaciones que lo facilitaron, otras se convirtieron en bancos y todo el
sector se empezó a interesar y aprender como movilizar y atraer ahorros, ayudé con
este tema en muchos proyectos.
Las Cooperativas de Ahorro y Crédito
podían recibir solo dinero de los socios y lo hicieron con aportaciones
voluntarias, que era otra forma de ahorrar y no necesitaban estar supervisadas por
la Autoridad Bancaria.
Cuando se abrió la posibilidad de recibir, además de las aportaciones de los
socios, depósitos del público general fueron reguladas y supervisadas por la Autoridad Bancaria,
creándose las Cooperativas de Crédito (Credit Unions). En los EEUU en los 30
los ahorros en las Credit Unions fueron garantizados por el gobierno federal.
Pero aún hoy prevalecen tanto las ONGs
que operan a la vieja usanza con fondos de inversores y las Cooperativas de
Ahorro y Crédito que solo reciben aportaciones de los socios. Los bancos al pasar
a segundo plano la movilización y la promoción de los ahorros y certificados de
depósito, por considerarlos muchas cuentas pequeñas se ha derrumbado, por lo
que hoy no sería válida la excusa del alto costo. He montado sistemas de
movilización de ahorros que han demostrado el impacto favorable en la reducción
de costos gracias a la TICs,
y el marketing apropiado y científico ha asegurado el resto.
Para terminar les dejo una inquietud
que abordaré en otra nota: En los 70, al vender libretas de ahorro de puerta en
puerta, los que laborábamos en el tema, aprendimos y nos dimos cuenta que el
ahorro es la herramienta primaria y fundamental de inclusión financiera, porque
ayuda a formar activos y patrimonio a las familias y motiva la disciplina
financiera voluntaria y sin compromisos, que después será un tema clave para un
crédito saludable.
Lectura sugerida: “The Myth of the Rational Market” - Justin
Fox - Harper Collins 2009 – Además esta en ebook. Desafortunadamente
solo lo conseguí en inglés, búsquenlo en la Internet y/o pregunten en su librería habitual si
hay una versión en castellano. Este libro es muy interesante, escrito por un periodista,
se enfoca sobre los modelos de altas matemáticas aplicados a la economía y las
finanzas, y sus consecuencias. Es una revisión histórica desde 1905 hasta
tiempos recientes que concluyeron en el 2008 con la frase de Alan Greenspan la “exuberancia irracional”;
describe a los principales actores y su participación en el proceso. Es una
lectura muy ligera e ilustrativa que deja en claro el origen y la efectividad de
los paradigmas para medir el riesgo, tal y como se está haciendo hoy en día.
Como parangón también podríamos hablar de la “exuberancia irracional” del crédito
antes del 2008.
José Linares Fontela
jlinaresf@gmail.com
José Linares Fontela
jlinaresf@gmail.com